Es el primer aeropuerto al que llego, pero tengo la certeza de que todos son iguales, y los que habitan allí (porque están de paso o porque cada día van a trabajar) son los mismos siempre, así sea el aeropuerto internacional Ezeiza de Argentina o el Atatürk de Turquía. Los aeropuertos son la babel del mundo moderno, y el cruce de lenguas y caminos es apenas una parte de todo lo que se puede encontrar. Prueba de ello es la zona de entrega del equipaje al bajar del avión, el mismo cansancio de los recién aterrizados, los ojos puestos en la banda que transporta las maletas, las indicaciones de las autoridades (siempre secas y obligantes), la fila de aduana, la espera por alguien o la búsqueda de un taxi para continuar el largo peregrinaje hasta una cama y un cuarto donde pueda uno decir sin premuras, y ya sin el ruido de la calle: por fin, ¡hemos llegado!
Alejandro Benito (cc by-nc-nd)