Los pasos perdidos

los pasos perdidos

Pensé que todo en mi vida se había ido al carajo cuando le pisé el pie a Adriana, bailando, un viernes de jean day cuando tenía once años; pero no, todo siguió igual, salvo que con ella no volví a hablar, me desterró de su vida, y a esa edad las decisiones son muy serias. Luego fue la profesora de danzas, con ese afán de armar las parejas a su gusto, de detener la música para proferir un grito y hacer que Diana, la incómoda pareja de turno, me mirara con cara de «la culpa es tuya, por venir a este mundo«. Sigue leyendo