Guía práctica para no acabar nada nunca

4902208036_452541cdb1_b

Primero, levántese tarde, demore la ducha todo lo que pueda. Mire de reojo los rayos de sol que se filtran por la ventana de la habitación y envuélvase en su capullo de seda hasta que le duela estar acostado. Si por el contrario, se levantó a una hora decente, pruebe a encender la televisión. Dígase: un episodio de Friends de hace diez años no le hace daño a nadie. Expanda toda su humanidad en el sofá de la sala y vea cómo crece la planta del apartamento. Si no tiene televisión u olvidó pagar la suscripción, puede ordenar sus libros y revistas. Organícelos por tamaño…, no, por autor, o mejor por color; siéntase orgulloso de gastar tres horas, pero descanse de vez en cuando. Sigue leyendo