Biblioteca

 

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En ningún otro lugar me siento más bienvenido que la biblioteca. Allí de repente el ruido usual de la ciudad se desvanece, el tumulto de las calles y los autos torna en paisaje mudo a través de un cristal que no nos toca, el día deja de urdir su vaga indecisión de sol o lluvia, para tener la justa medida de luz, no tan alta como para herir la vista, ni tan baja que adormezca. Sigue leyendo